Escuelas de metodología apologética.




Básicamente, existen cuatro escuelas o corrientes de metodología apologética: apologética clásica, evidencialismo, presuposicionalismo, y fideísmo (aunque la opinión mayoritaria calificaría al fideísmo de no apologético o contrario a la apologética). Una quinta corriente se propone recoger los puntos fuertes de cada uno de estos métodos, o al menos de los tres primeros.

Cada uno de ellos surgió en un momento particular, en respuesta a diferentes circunstancias, desafíos y oportunidades. Es justo decir que la mayoría de los apologistas no quedan encasillados, de manera exclusiva, dentro de una u otra corriente. A menudo, vemos que muestran preferencia por un método, pero también toman elementos de otros.

Apologética clásica
La apologética clásica pone el énfasis en la razón; su metodología se base en la solidez lógica y la coherencia interna del cristianismo. El apologista clásico elabora pruebas o exámenes y aporta evidencias que permitan demostrar la veracidad del cristianismo y la irracionalidad de las visiones del mundo contrarias a él. Estos exámenes y pruebas adoptan formas diversas, pero suelen ser de naturaleza filosófica en su mayoría.  Los argumentos cosmológico y teleológico son los componentes principales de la argumentación de un apologista clásico.

La denominación "clásica" se debe a que es una corriente que se remonta a los primeros apologistas cristianos en el siglo XI. En tal sentido, ha sido la metodología más difundida a través del tiempo, aunque su popularidad ha decrecido un tanto en épocas recientes, en especial, entre quienes sostienen una teología reformada. Entre los apologistas clásicos mencionaremos a Justino Mártir, Tomás de Aquino, B. B. Warfield, y C. S. Lewis. Actualmente, los autores Norman Geisler, R. C. Sproul, William Lane Craig, Alister McGrath, J. P. Moreland, y Ravi Zacharias son ejemplos de este grupo.

Evidencialismo
Se concentra en la comprobación mediante hechos de las afirmaciones del cristianismo. Si la Biblia ha de considerarse con total seriedad, tiene que ser posible examinar sus afirmaciones de hechos, a fin de comprobar si coinciden con la investigación histórica, arqueológica, antropológica, geográfica y con los hallazgos de otras disciplinas afines. Los evidencialistas presentan su caso como si fuera un caso jurídico y aplican criterios legales para evaluar la evidencia. Igual que la apologética clásica, el evidencialismo depende de la probabilidad. Se analizan todos los hechos y se formulan hipótesis para ofrecer la mejor explicación posible.

El valor del evidencialismo creció en el siglo XIX y comienzos del siglo XX, de manera simultánea, con los avances de la arqueología científica y del interés de esta ciencia por explorar la región del Mediterráneo y el Oriente Medio. Los hallazgos de manuscritos antiguos contribuyeron enormemente a incrementar nuestro conocimiento de los textos bíblicos originales. Las inscripciones descubiertas durante las excavaciones arqueológicas confirmaron datos de carácter histórico que se encuentran en la Escritura, y además, se descubrieron sitios donde habían ocurrido hechos registrados en la Biblia. La investigación de la resurrección despertó particular interés, como es fácil imaginar. Los descubrimientos continúan sucediéndose, lo cual le permite a los evidencialistas aumentar el caudal de datos a su disposición.

Según John Montgomery, "los historiadores deben tomar decisiones permanentemente -y por cierto, todos nosotros también- y el único camino adecuado es guiarse por la probabilidad, puesto que la certeza absoluta solo existe en el campo de las matemáticas y la lógica pura, donde, por definición, uno no encuentra realidades de hecho. [...] Si resulta que en la probabilidad encontramos sustento para estas afirmaciones [...], entonces debemos actuar a favor de tales afirmaciones".

Algunos destacados defensores de este método son John Warwick Montgomery, Gary Habermas, Clark Pinnock, y Josh McDowell.

Presuposicíonalismo
El presuposicionalismo es un método con profundas raíces en la epistemología o teoría del conocimiento, es decir, cómo llegamos a saber lo que sabemos. En lugar de argumentar a partir de las evidencias o de las pruebas filosóficas tradicionales a favor del cristianismo, los presuposicionalistas se basan en argumentos trascendentales. Un argumento trascendental es un razonamiento deductivo que busca explicar la condición necesaria para un determinado hecho o fenómeno. Las premisas de un argumento trascendental afirman la existencia de ese hecho y la conclusión establece qué condiciones deben cumplirse para que ese hecho o fenómeno exista.

Así, pues, el interés principal del presuposicionalismo es analizar qué determina el carácter evidencial de la evidencia y qué determina la razonabilidad de la razón. Como el Dios de la Biblia es el creador de todo lo que existe, sabemos que en Él se encuentra no solo el origen de todo el mundo físico, sino también de todas las leyes que regulan su existencia, ya sean científicas, morales o lógicas. Por lo tanto, ni la razón ni la lógica pueden existir fuera de Dios.

Según Cornelius Van Til: “La mejor y única prueba posible de la existencia de un Dios de estas características, es que su existencia es necesaria para asegurar la uniformidad de la naturaleza y la coherencia de todas las cosas de este mundo. [...] Así tenemos prueba cierta y cabal a favor de la existencia de Dios y de la verdad expresada en el teísmo cristiano".

Greg Bahnsen lo explica así: "Toda verdad, cuando la sometemos a análisis, nos conduce a Cristo. De principio a fin, el razonamiento del hombre sobre cualquier asunto, sea cual fuere (incluso el razonamiento sobre la propia razón), resulta ininteligible e incoherente si no se parte de la verdad contenida en la Escritura cristiana como supuesto inicial. Toda postura contraria a la cristiana debe considerarse, por tanto, filosóficamente imposible; no puede justificar sus creencias ni ofrecer una cosmovisión cuyos elementos se correspondan entre sí.[...] En síntesis, la apologética presuposicionalista argumenta a favor de la verdad del cristianismo, a partir de la "imposibilidad del contrario".

Según Van Til, “la revelación de la Escritura debe ser nuestro punto de partida”. El presuposicionalisrno no rechaza en modo alguno la argumentación filosófica de los clásicos ni el valor de la evidencia. Más bien, ofrece una base que aporta sentido a los demás enfoques y pone de manifiesto que las cosmovisiones contrarias carecen de base suficiente.

Van Til fue el precursor de este método apologético en el cual comenzó a trabajar cuando era estudiante en Princeton, en los años veinte, y luego, como profesor en el seminario Westminster Seminary en Filadelfia. Fue una figura muy influyente, particularmente en el ámbito de la teología Reformada, y muchos lo consideran uno de los pensadores más originales en el campo de la apologética, como también uno de los más destacados en el siglo XX. Entre sus estudiantes se cuentan, además de Bahnsen, John Frame y Francis Schaeffer.

Fídeísmo
En contraste con los tres métodos anteriores, rechaza la razón, la evidencia y los argumentos trascendentales como método suficiente para justificar la fe cristiana (“fide” = fe en latín). La fe y solo la fe permite entender correctamente las verdades del cristianismo.

Boa y Bowman explican que “los fideístas responden [...] a los problemas que plantea la apologética explicando por qué no es posible dar una respuesta satisfactoria mediante la razón y, seguidamente, pasan a demostrar que la fe sí, permite resolver el problema”. 

El fideísta sostiene que el razonamiento es una actividad netamente intelectual, que al tratar de entender los asuntos de Dios se enfrenta con su propio límite. El siguiente sermón de Martín Lutero sobre el Evangelio de Juan es un claro ejemplo de esta corriente de pensamiento:

“Todo intento de descifrar y comprender tales afirmaciones mediante la razón y el entendimiento humano será un esfuerzo vano, puesto que nada de esto procede de la razón: que el Verbo era con Dios desde antes de la creación del mundo, y que el Verbo era Dios; que, como dice Juan más adelante, este mismo Verbo, el Unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad, estaba en el seno del Padre y se hizo carne; y que nunca nadie antes había visto ni conocido a Dios, sino que el Verbo, el Hijo Unigénito de Dios, que estaba en el seno del Padre, ahora nos lo ha revelado. Solo por fe podemos comprender esto. Si hay alguien que rehúsa aceptarlo por fe, y negándose a creer antes de comprender, insiste en analizarlo mediante el uso de la razón y los cinco sentidos, pues que persista en su empeño si así lo desea. Pero nuestra mente jamás llegará a dominar esta doctrina; se eleva muy por encima de nuestra razón”

Søren Kierkegaard coincidía con Lutero y lo expresó de esta manera: “La razón ha acercado a Dios tanto como era posible, y sin embargo, sigue tan lejos como siempre". En tiempos recientes, Karl Barth, a quien muchos consideran el teólogo más importante del siglo XX, se adhirió al fideísmo.

Apologética integral
La mayoría de los apologistas no se restringen estrictamente a un método en particular. Algunos de ellos hacen un esfuerzo consciente por recoger los puntos fuertes de cada uno de los diferentes enfoques. La idea es dejar que las necesidades de cada individuo determinen qué método apologético usar, en lugar de aplicar un único método en todas las conversaciones o encuentros con otras personas. Así pues, el enfoque integral no sigue una metodología formal. 

Francis Shaeffer lo expresa con absoluta claridad: No creo que haya un único sistema apologético que contemple las necesidades de todas las personas, así como no creo que haya una única manera de evangelizar que responda a las necesidades de todas las personas. La apologética debe modelarse sobre la base del amor por el otro como persona”.

En época más reciente, en su libro Faith Has lts Reasons (La fe tiene sus razones), Boa y Bowman proponen un enfoque integrado y analizan diferentes maneras de implementarlo. Su conclusión es la siguiente: “Así como los cuatro Evangelios se complementan para presentar un retrato de Jesús, estos cuatro enfoques resaltan verdades complementarias sobre Jesús, que pueden ser utilizadas para que otros lleguen a creer”.

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